lunes, 22 de abril de 2019

El cuadro (Agatha Christie)



Título original: By the pricking of my thumbs.

Hallándome ante otro momento de motivación lectora mejorable -aunque los he tenido peores-, recurro a la célebre escritora de misterio para sumergirme en un texto sencillo de leer y cortito.
Esta vez me dejé llevar por la portada, que había olvidado al haber dejado la novela oculta tras otros libros, y por el hecho de que había olvidado absolutamente todo lo relacionado con la trama.

La novela no presenta otro caso de Poirot o de Miss Marple, sino de Tommy y Tuppence Beresford, un matrimonio que, por dinero y sobre todo por diversión, decidieron un día ofrecerse como detectives. Su afán principal es vivir aventuras. En el caso de este libro, el matrimonio tiene ya cierta edad, se puede suponer que cincuenta y tantos, y todo comienza cuando deciden visitar a la tía de él, una anciana que vive en una solitaria pero agradable residencia. Mientras Tommy habla con ella, Tuppence, que no es del agrado de tía Ada, charla con otros ancianos. Una señora de todavía aparentes buenas facultades mentales le habla de bebés muertos tras una chimenea, le lanza frases extrañas y la deja en definitiva algo inquieta; cuando semanas después regresan a la residencia debido al fallecimiento de tía Ada, descubren que esa señora había regalado a Ada un cuadro y al querer preguntarle a su dueña original si lo desea recuperar, descubren que ha sido trasladada. Tuppence decide buscar su nueva dirección y eso la lleva a descubrir lugares y circunstancias extrañas.

Poco más se puede contar sin empezar a desvelar demasiado. A mí particularmente este matrimonio nunca me ha fascinado; en alguna de sus novelas, que como ésta se leen rápida y agradablemente, el desenlace me ha sorprendido y satisfecho, pero el desarrollo de sus historias tiende a carecer de grandes misterios, o al menos necesitan de bastantes páginas para hacer averiguaciones, para correr de aquí para allá y llegar a algo que comience a resultar interesante, a diferencia de las novelas protagonizadas por los conocidos detectives citados al principio, que suelen actuar ante un asesinato que no suele tardar en llegar. 
Ése ha sido el caso de este libro. Ya superada la mitad de la novela no había nada concreto que resolver, simplemente un cúmulo de circunstancias extrañas e inconexas -lo cual queda reconocido explícitamente por Tuppence en alguna ocasión- y una serie de personajes que poco tenían en común salvo vivir o trabajar en una o dos localidades cercanas fuera de Londres. Buena parte del tiempo el lector lo dedica a observar las idas y venidas en coche y de una casa a otra de Tuppence (Tommy se halla en una asamblea) y tantas averiguaciones sin un objeto claro termina por agotar. El desenlace podría considerarse sorprendente, aunque no me ha gustado, pero supongo que habrá quien lo disfrute. Así que si queréis disfrutar de alguna novela de misterio de la señora Christie, mi sugerencia es que no optéis por ésta. Fue escrita en 1968 y en general sus últimas novelas tienden a ser flojitas.

sábado, 13 de abril de 2019

Del laberinto al treinta (Fernando Jiménez Ocaña)



En las bibliotecas públicas existen lotes de libros para grupos de lectura. Como en el centro de adultos en el que trabajo una de las "asignaturas" que coordino es precisamente uno de estos grupos, eché un vistazo al listado de libros cuyos lotes estaban disponibles y por alguna razón, quizá por el curioso título, escogí éste. Puede que también encontrase, navegando por la red, que su autor vive (o vivía, lo desconozco) en Zaragoza y eso me terminó de decidir.
Me dispuse a leerlo esperando que me gustase para poder proponerlo como siguiente lectura a las alumnas del grupo. Me he encontrado con un texto que cuenta cómo David, zaragozano, conoce a Sureya en un viaje a Cuba, se enamora de ella y le propone matrimonio. En el primer capítulo ya se nos anuncia que Sureya se suicida finalmente, así que las demás páginas invitan a averiguar por qué.
Lo cierto es que durante casi toda la novela me desconcertó la imagen frívola, interesada y seca que se da de la gente cubana, así como ciertas referencias en cuanto a la relación que en la actualidad chirrían un poco dada la enorme sensibilidad que existe en cuanto al maltrato hacia la mujer. Fui leyendo deseando que finalmente no se descubriese que el marido la mataba y fingía no haberlo hecho, lo cual no desvelaré por si alguien decide leer el libro.

El caso es que este texto me ha parecido poco interesante, pues no me ha atraído ni lo que cuenta ni cómo está escrito; además contiene unas cuantas faltas de ortografía sonrojantes (porqués escritos juntos cuando deberían ir separados, palabras a las que les faltan alguna letra, etc.), y eso que el autor es el fundador de la editorial.
Por resaltar algo, podría decir que se lee ágilmente porque tiene un estilo sencillo y no demasiadas páginas, y que puede invitar a reflexionar un poco acerca de la pobreza de algunos países. Pero por lo demás, se trata de una historia y personajes planos, lineal, sosa y que no recomiendo si apreciáis vuestro tiempo. Desconozco el criterio seguido por el personal de biblioteca para incluir este título en los citados lotes.


sábado, 6 de abril de 2019

The woman in white (Wilkie Collins)


Título en su edición en español: La dama de blanco.

Releo esta novela. Descubrí al autor al saber que mi querida Agatha Christie leyó sus novelas y le sirvieron de inspiración para elaborar algunas de sus tramas.
Wilkie Collins no es la señora Christie. Mientras ésta describía en pocas líneas cada personaje y centraba todas sus páginas en describir un crimen y las subsiguientes entrevistas entre detective y sospechosos, Collins, que vivió y escribió durante el siglo XVIII, es tremendamente descriptivo y ofrece en consecuencia un análisis exhaustivo y completo de los personajes de sus novelas. Además, al menos en las novelas suyas que conozco, no se cometen crímenes -o de haber alguno no son lo principal de la trama ni ésta consiste en descubrir al asesino-, sino que hay robos, sucesos extraños o sutiles misterios que se extienden a lo largo de la trama.
Hablaré a continuación de esta novela y al final terminaré de describir los rasgos generales de la obra de este escritor. La dama de blanco comienza cuando el profesor de pintura Walter Hartright es contratado para dar clases a dos hermanas en Limmeridge House, situada cerca de Londres. Por el camino, ya de noche, se cruza con una peculiar muchacha vestida de blanco, que enseguida descubrirá que guarda alguna relación con el lugar al que va a trabajar. Desde allí poco más puedo decir sin desvelar demasiado y, aunque lo hiciera, explicar bien la trama resultaría un poco arduo. Asistiremos en esencia a una historia que ofrece ante todo suspense, intriga, y en eso sí que Collins y Christie se parecen, pues en este libro todo está pensado para que el lector mantenga vivo su interés por ir desvelando los grandes y pequeños misterios que van surgiendo. No en vano la novela fue publicada originalmente por entregas, es decir, era fundamental que el lector tuviese interés, motivo, en querer continuar y esperar para descubrir el devenir de los acontecimientos.
El libro es epistolar, o sea, se narra mediante cartas, diarios y otros tipos de textos que explican cronológicamente los hechos una vez estos han terminado. Algo característico de Wilkie Collins, que también podemos encontrar en otra conocida novela suya, La piedra lunar, es que el papel de narrador es adoptado alternativa y sorpresivamente por cualquiera de los personajes (sea principal o absolutamente secundario) según uno u otro pueda añadir información fundamental para la comprensión de los hechos por haberse encontrado en el lugar y momento oportunos. Además, cabe señalar que la prosa se caracteriza por su riqueza de vocabulario y de detallismo, tanto en los diálogos como en las descripciones. Eso permite que el lector llegue a conocer a la perfección a cada personaje principal. Por último, se agradece que el número de personajes protagonistas sea el necesario y que la extensión de la novela, que en ediciones de letra no muy pequeña puede llegar a ochocientas o novecientas páginas, se dedique como he dicho no a explicar infinitas trivialidades de un sinnúmero de personajes sino las relaciones, problemas, estrategias y misterios de unos pocos. Hallaremos amor, decepción, un toque gótico y oscuro, sorpresas, y sobre todo sentiremos la facilidad con que Collins hará que tomemos partido por quienes sufren las consecuencias de los personajes de malas intenciones y poco transparentes.
Recomiendo la lectura de alguna novela de este escritor, sea ésta o alguna algo menos extensa, pues sabe mantener la intriga y entretener, y todo ello con un estilo al que estamos poco acostumbrados, que probablemente era más familiar para los lectores que vivieron cuando la novela fue escrita.