martes, 29 de mayo de 2018

La muerte: un amanecer (Elisabeth Kübler-Ross)



Título original: Über den Tod und das Leben danach.

La doctora Kubler-Ross, que hasta bien avanzada su vida no había manifestado un peculiar interés por aquello que tendemos a llamar el más allá, lo esotérico, lo desconocido... empieza a preguntarse por qué tan a menudo personas que han estado cerca de la muerte manifiestan haber visto a familiares fallecidos, una luz blanca que irradia paz, haber salido de sus cuerpos y visto y oído lo que sucedía a su alrededor mientras su cuerpo no estaba consciente, etc. 
Reúne miles de experiencias propias con moribundos, particularmente niños, y este acercamiento le permite tomar conciencia de esta realidad que tendemos a ignorar, tanto porque aumenta su capacidad de percepción de esta parte de nosotros y de lo que nos rodea como porque las conversaciones con quienes están a punto de salir de ese capullo que es su envoltorio físico le aportan una información valiosa y con frecuentes puntos en común.
Estas páginas, bastante poquitas porque se trata simplemente de tres conferencias que dio y que vienen a hablar de lo mismo con matices o datos complementarios, suponen una buena y breve introducción para quien tenga curiosidad por conocer las vivencias de la doctora. A modo de anzuelo, podría terminar con una pregunta u observación que se hace en este libro: ¿cómo se explica que me haya encontrado numerosos casos, dice, tanto propios como de otros investigadores, en los que el moribundo manifiesta estar viendo que sus familiares y amigos ya fallecidos le esperan, cuando se trata de personas que acaban de sufrir un accidente repentino y ni siquiera sabían -ni yo misma tampoco- que tales personas habían muerto?

lunes, 28 de mayo de 2018

El medallón perdido (Ana Alcolea)



Benjamín, un chaval de quince años, recibe dos noticias al llegar las vacaciones de verano. Una, que su madre ha conocido a un hombre con el que está empezando a salir; y dos, que para poder pasar un tiempo conviviendo con él y conocerlo bien, ella decide enviar a Benjamín con su tío Sebastián a Gabón, en África. La idea entusiasma al chico, pues allí fue donde años atrás falleció su padre, del cual la madre jamás le habla en un intento de pasar página. Fue un trágico accidente de avioneta. Enseguida descubre que su padre llevaba consigo un medallón. El muchacho desea encontrarlo durante las semanas que pase en ese intrigante continente.
Se trata de una novela juvenil que resulta entretenida y se lee en unas cuantas tardes. Se muestran personajes y costumbres que resultan curiosas, creíbles e interesantes. Quizá por no ser el lector al que la novela en principio va dirigida, me ha parecido de trama algo sencilla y, primera vez que me pasa en una narración escrita, con fallos de raccord en el sentido de que ciertos pensamientos interiores del protagonista se repetían en varias ocasiones como si la autora (profesora de secundaria aragonesa, por cierto) no hubiese releído su texto y eliminado redundancias. 
Por lo demás, un texto más que adecuado para jóvenes que incluye dosis pertinentes de ecologismo e ilusión por el crecimiento personal.

sábado, 26 de mayo de 2018

Las cosas importantes las aprendí en el parvulario (Robert Fulghum)


Título original: All I really need to know I learned in kindergarten.

A Fulghum le gusta autodenominarse filósofo, y quizá eso es lo que hace en estos ensayitos, más bien pequeñas historias, que basa en mayor o menor medida en su vida personal y diaria y de las que trata de sacar algún aprendizaje, ofrecer una observación reflexiva y, en definitiva, ver la parte más amable de las cosas más pequeñas de lo cotidiano. Eso que, seguramente, uno ya ha experimentado durante los primeros años en el colegio, pero que a veces olvida aplicar siendo adultos.
Esta edición está revisada por el propio autor, quien ha añadido nuevas historias a las que ya aparecían en las primeras ediciones, o ha sustituido algunas por haber modificado su opinión sobre los temas de los que hablaba. De este título se han vendido más de quince millones de copias.
No sé si es para tanto. Yo lo recomiendo, pues se lee agradablemente y el punto de vista de Fulghum reconforta y nos acerca a los pequeños detalles que a veces pasamos por alto. Ahí se basa ese crecimiento personal que la portada señala. Sin embargo, cada pequeña historia ocupa apenas una página o dos, lo cual no tiene nada de malo pero facilita que, más allá del sabor de boca amable, lo contado se olvide en breve. 

jueves, 24 de mayo de 2018

Stuck Rubber Baby (Howard Cruse)



Título completo: Stuck Rubber Baby. Mundos diferentes.
Título original: Stuck Rubber Baby.

Se cuenta la historia de Toland, o de sus amigos y él, o de la ciudad (ficticia) donde vive en el sur estadounidense en la era Kennedy, o de miles de personas que han tenido vivencias similares. Pero, por ceñirme a Toland, es un muchacho que desde su infancia siente preocupación e inquietud por asuntos como el racismo de sus padres hacia sus amigos negros o, más adelante, su confusa atracción sexual hacia ambos sexos. Es el Toland cuarentón quien cuenta episodios de su infancia y especialmente de una temporada de su vida durante la universidad, narración en la que se abarcan muchos temas, tanto los ya mencionados como la represión policial y política, la lucha pacífica, la implicación política, la música como instrumento para crear conciencia, y un largo etcétera. Toland es, pues, el vórtice por el que entran y salen estos asuntos, los descubrimos conforme él los conoce y se implica o no en ellos. 
La primera impresión, casi física, al acercarse a este cómic es que es un tocho denso. Supera las doscientas páginas y cada una contiene hasta diez o más viñetas, de modo que su lectura es una tarea más densa y larga de lo que en principio "un libro con muchos dibujos" nos haría considerar. Por otra parte, como posiblemente haya dejado claro al enumerar los asuntos que toca, el argumento es de cierta complejidad, también por la cantidad de personajes que participan en la vida del protagonista.
Una vez asimiladas estas características, y señalando que en algunos momentos de la trama me resultó un poco difícil recordar de quién se hablaba al citarlo por su nombre, me ha sorprendido -bien es cierto que como suele ser habitual- que un cómic pueda mostrar una realidad interesante, de diversas perspectivas, crítica y desde luego informativa que termina transmitiendo el sabor vital, reivindicativo y complicado que los años descritos y, en la parte más de ficción de sus personajes (que también la hay, no se habla exclusivamente de la sociedad del momento), los cambios personales representan para ellos. 
Tal riqueza, la capacidad de comprimir todo ello en una trama sólida y comprensible y el haberme encariñado con más de un personaje me hacen sugeriros sin duda que le deis una oportunidad.



martes, 15 de mayo de 2018

La catedral (Vicente Blasco Ibáñez)



La introducción a la novela que uno se encuentra en la edición que se muestra en la foto señala algo bien cierto: que Blasco Ibáñez ha sido clasificado por algunos como un escritor costumbrista que presenta historias en las que los personajes reaccionan con cierta brusquedad abrumados por su entorno. Vienen quizá, al decir eso, recuerdos de su novela La Barraca, también llevada a la televisión. El caso es que este escritor, como dice también dicha introducción, es más que eso.
Esta novela tiene como protagonista a Gabriel, quien, tras formarse en teología gracias a su gran inteligencia y precocidad, encaminado por su familia y entorno religioso hacia el sacerdocio y más allá, conoce otros países durante su formación y descubre nuevas maneras de pensar. Encuentra un enorme contraste entre lo aprendido hasta ese momento gracias a tal formación y a su familia y amigos, que viven todos ellos entre las paredes de la catedral de Toledo sin apenas salir, y lo que se piensa y se vive en entornos tan distintos como por ejemplo París.
Al comienzo de la novela conocemos ya al Gabriel que ha cambiado, que ha visto mundo, y que regresa a la catedral avejentado prematuramente por una dura vida escapando del entorno hostil que para él España y sus gobernantes suponen. Allí solo desea esconderse y malvivir los, al parecer, pocos meses de vida que le queden con tranquilidad, sin ser perseguido y en compañía de su hermano y viejos conocidos. ¿Cómo soportará el hombre el contraste entre el exterior y la vida dentro de la catedral, que no vive a comienzos del siglo XX sino del XVIII?
Esta novela es todo un reto para el lector. A mí me ha gustado, pero no se me ocurriría recomendarla porque decir que es lenta es quedarse corto. Aún me asombro de que en doscientas y pico páginas hayan sucedido tan pocas cosas. He estado en Toledo ya y me han dado ganas de regresar para ver con mis propios ojos lo que he visto mediante páginas y páginas de descripciones arquitectónicas y religiosas.
Si me ha gustado es porque, igual que me sucedió en su momento con La montaña mágica, de Thomas Mann, me sentí cómodo en ese no suceder casi nada, en esa tranquilidad, en esa pausa en el ambiente. No son novelas comparables en absoluto pero coinciden en esa quietud, en ese poco avanzar las situaciones. Además, la novela describe exquisitamente la mentalidad religiosa tradicional española, las rutinas y devociones de una vida en y para la catedral, la pobreza de sus habitantes, la influencia de la Iglesia en la Historia de España, y un largo etcétera que queda bien retratado y explicado en las descripciones detalladas y clases magistrales que pueblan estas páginas. 
Por todo ello, Blasco Ibáñez no es, como de modo interesado se ha querido dejar caer, un mero escritor costumbrista, sino un portador de situaciones sociales injustas, un grito en un mar de desastre, que no por casualidad terminó su vida en el exilio durante las primeras décadas del siglo pasado. 

martes, 1 de mayo de 2018

El final de todos los agostos (Alfonso Casas)



Este cómic, que he leído literalmente de una sentada porque es bastante breve y desde luego bonito, cuenta unos días de la vida de un fotógrafo treintañero que tiene la idea de regresar al pueblo en el que pasaba los agostos en su infancia, y en el que tomó sus primeras fotos, para volver a tomar instantáneas similares en los mismos lugares y crear una exposición comparando lo captado. Descubrirá si sus recuerdos se corresponden con la realidad actual del pueblo, se topará o no con personas que no había visto desde entonces y recordará a un gran amigo que hizo durante aquellos años. Además, como está a punto de casarse, analizará si ése era el único camino posible o el mejor, y qué habría sido de él si hubiera tomado diferentes decisiones.

El tono melancólico y reflexivo se adivina ya con el título y la portada. En cierto modo el lector puede imaginarse lo que se va a encontrar, pero aun así es muy disfrutable. Los dibujos son sencillos, agradables, se utiliza el blanco y negro para el presente y el color para rememorar el pasado, y algunas páginas están hechas de un papel traslúcido, para enfatizar el recuerdo y quizá pasar de aquellos años a los presentes, como una transición de cine.

Es una historia sencilla y bonita, y el formato del cómic también lo es, así que estoy acuerdo con alguna crítica que he leído en internet que señala que puede ser un bonito regalo, porque estéticamente tiene su encanto.