El autor, nacido en La Almunia de Doña Godina (Zaragoza), presenta una novela coral en la que todos sus personajes visitan o viven en la ciudad de Zaragoza de los años ochenta. Qué duda cabe de que para un aragonés y para cualquier buen conocedor de esta ciudad ésta es una razón simpática, incluso importante, para echarle un vistazo y visualizar con agrado los lugares por los que deambulan quienes aparecen en sus páginas.
Los personajes están dibujados desde arriba, desde el manejo absoluto y autoritario del escritor, quien les otorga diferentes profesiones, contextos, ánimos… con el objetivo de ofrecer una pincelada de aquellos años, de aquella España y de Zaragoza. O al menos así me ha parecido: que los personajes parecían carecer de importancia de por sí en aras de un paisaje general, como peones de una visión global (cómo no recordar La Colmena, de Cela, al hablar de esta perspectiva).
Rica en vocabulario en la narración –preparen el diccionario-, muy acertada y fresca en los diálogos, por lo dicho más arriba se termina la novela sin haber conocido mucho al importante número de actores en escena, pero no tiene importancia. Lo que cabe destacar es que al cerrar la última página se ha asistido a una pequeña porción de realidad que sucedió anteayer.
Me queda la curiosidad de leer algo más de Barreiro y de encontrar información detallada sobre él y la valoración que su obra tiene, lo cual parece algo complicado tras haber navegado en internet un ratito con dicho objetivo.
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