La escritora cubana habla en su
primera novela de Haití, de sus supersticiones, de su modo peculiar de actuar
frente al gobierno estadounidense… y para ello se sirve de un protagonista que
vuelve de Jamaica al ser solicitado por un antiguo amigo, uno de esos jefes no
oficiales que hasta no mucho tiempo atrás tenía cierto poder por tradición.
Lo que en un principio podía ser
un planteamiento exótico e interesante se convierte en cierto maremágnum de
recuerdos, de flashbacks, de un excesivo número de personajes cuya reaparición
nos desconcierta porque no los recordamos, y cierta sensación, avanzada la
novela, de que no termina de haber una línea argumental muy clara. Si lo que se
nos quería contar es el peculiar universo de Haití, no acabo de ver la
necesidad de insistir mil veces en cierto amorío erótico-festivo del
protagonista, por ejemplo.
Me quedé algo sorprendido al descubrir
que en 1986 fue finalista del certamen Herralde de novela. En fin, a mí no me
ha atrapado y el hecho de que no es muy larga fue lo único que me animó a no dejarla
allá por la página cincuenta.
No hay comentarios:
Publicar un comentario