Este cómic, que he leído literalmente de una sentada porque es bastante breve y desde luego bonito, cuenta unos días de la vida de un fotógrafo treintañero que tiene la idea de regresar al pueblo en el que pasaba los agostos en su infancia, y en el que tomó sus primeras fotos, para volver a tomar instantáneas similares en los mismos lugares y crear una exposición comparando lo captado. Descubrirá si sus recuerdos se corresponden con la realidad actual del pueblo, se topará o no con personas que no había visto desde entonces y recordará a un gran amigo que hizo durante aquellos años. Además, como está a punto de casarse, analizará si ése era el único camino posible o el mejor, y qué habría sido de él si hubiera tomado diferentes decisiones.
El tono melancólico y reflexivo se adivina ya con el título y la portada. En cierto modo el lector puede imaginarse lo que se va a encontrar, pero aun así es muy disfrutable. Los dibujos son sencillos, agradables, se utiliza el blanco y negro para el presente y el color para rememorar el pasado, y algunas páginas están hechas de un papel traslúcido, para enfatizar el recuerdo y quizá pasar de aquellos años a los presentes, como una transición de cine.
Es una historia sencilla y bonita, y el formato del cómic también lo es, así que estoy acuerdo con alguna crítica que he leído en internet que señala que puede ser un bonito regalo, porque estéticamente tiene su encanto.
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