En estas páginas encontramos un
análisis del archiconocido proceso histórico que intenta ofrecer un punto de
vista distinto: si habitualmente se acepta como modélico, como un milagro,
Morán introduce reflexiones y datos que permiten observar al lector que los
movimientos que durante varios años se produjeron están llenos de carencias,
cesiones y timideces mediante las que las cosas cambiaron, quizá, mucho menos
de lo que deberían.
El texto que comento es una
visión revisada –poco, creo, pero revisada- del que fue publicado inicialmente
en 1991. En dicha fecha debió de provocar bastante revuelo y la edición sufrió
cierta censura, por lo que me queda duda de si el libro tiene un valor tan
revelador como pretende o la sorpresa inicial que suscitó guarda relación con
el entonces aún muy cercano comienzo de la democracia.
Hay muchas páginas para lo que
finalmente se viene a decir, por lo que me ha resultado una lectura algo lenta
y pesada. El mensaje esencial es que los que vivían bien durante el franquismo
se adaptaron al cambio pidiendo olvido y quienes habían sido víctimas de la
dictadura rebajaron el listón de sus exigencias aceptando ese olvido. A raíz de
ese mutuo acuerdo, más político quizá que social, cualquier actuación que
pareciese romper ese pacto de silencio y olvido fue tomado como ganas de
molestar. Muchos años después, cuando escribo esto, dicha actitud parece
todavía calar los huesos de muchos individuos en nuestro país, no hay más que recordar
las fosas comunes, los debates sobre quitar o no símbolos franquistas de las
calles y la ley de memoria histórica con escasa dote presupuestaria.
La lectura os ofrecerá datos
precisos en algunas ocasiones y sobre todo una amplia reflexión. Qué duda cabe
de que todavía quedan muchas cuestiones por recuperar, hablar, aceptar y
cerrar.
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