sábado, 12 de marzo de 2016

Lazarillo de Tormes (autor anónimo)




Solamente no romper el hábito de comentar cada libro que termino me lleva a escribir estas líneas; por lo demás, una obra tan conocida y apreciada escapa a mi humilde y limitada capacidad para valorarla, lo cual dejo a los innumerables filólogos que lo han hecho abundantemente.
Se trata de una obra literaria que fui obligado a leer, si no me falla la memoria, cuando tenía trece años y que no me gustó en especial. Como era de esperar, leída ahora, sin ser forzado y en el momento en que me ha apetecido, la opinión varía. Me ha resultado una lectura simpática y divertida, poco adecuada al interés de un niño de aquella edad citada que ni siquiera comprende bien por qué un chaval de su edad abandona a su familia para buscar amo al que cuidar y persiste en su empeño cuando uno tras otro le tratan mal.
Marañón, en su prólogo, lanza la reflexión de que la picaresca encumbra al pícaro como héroe, y que de ahí viene buena parte de la torcida imagen que de nuestro país a veces tenemos los propios españoles y la gente extranjera que se acerca a nosotros a través de la literatura. No sé muy bien cuánta verdad puede haber en ello.
El lenguaje utilizado en la narración de Lázaro resulta a veces complicado de entender y las habituales llamadas aclaratorias son de gran ayuda. A diferencia de lo que sucede en la editorial Cátedra, en este caso al menos dichas llamadas casi nunca adelantan sucesos de la narración, lo cual es de agradecer.


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