El recientemente fallecido Dragó, escritor, periodista, profesor y mil cosas más, escribió a finales de los ochenta esta novela, en la que narra el viaje de Dionisio -que probablemente sea él mismo, aunque aparece como personaje en la novela con su nombre-, quien decide visitar países como India, Indonesia o Irán por afán de aventura, quizá de encontrarse a sí mismo... Y en estas páginas presenciaremos justo eso, las vivencias diversas y sobre todo interiores de este hombre conforme conoce y descubre a las gentes y la idiosincrasia de cada lugar y se impregna de puntos de vista orientales, vive con lo puesto y se topa con personas que le aportan experiencias y perspectivas.
Si bien, por una parte, se trata de unas páginas que me costaría recomendar abiertamente, pues contienen ante todo múltiples descripciones y reflexiones que, según como a uno le pillen, se le pueden hacer cuesta arriba, por otra resulta interesante y diferente, ya que permite al lector sumergirse en una experiencia de descubrimiento a todos los niveles. En lugar de simplemente narrar unas aventurillas ligeras, como en la mayor parte de las novelas actuales, aquí asistiremos a diálogos sobre la vida, sobre política, sobre buscarse a sí mismo, sobre religión, sobre lo que importa, y todo ello irá a veces acompañado del delicioso sentimiento de abrirse a nuevas ciudades, personas y mentalidades, así como experiencias (meditar, probar hongos alucinógenos, desprenderse de casi todo lo material...).
Una novela que, al fin y al cabo, cabía esperar de alguien como Dragó, quien probablemente exprimió la vida todo lo posible y, así, pudo trasladarlo a sus escritos.
Si bien, por una parte, se trata de unas páginas que me costaría recomendar abiertamente, pues contienen ante todo múltiples descripciones y reflexiones que, según como a uno le pillen, se le pueden hacer cuesta arriba, por otra resulta interesante y diferente, ya que permite al lector sumergirse en una experiencia de descubrimiento a todos los niveles. En lugar de simplemente narrar unas aventurillas ligeras, como en la mayor parte de las novelas actuales, aquí asistiremos a diálogos sobre la vida, sobre política, sobre buscarse a sí mismo, sobre religión, sobre lo que importa, y todo ello irá a veces acompañado del delicioso sentimiento de abrirse a nuevas ciudades, personas y mentalidades, así como experiencias (meditar, probar hongos alucinógenos, desprenderse de casi todo lo material...).
Una novela que, al fin y al cabo, cabía esperar de alguien como Dragó, quien probablemente exprimió la vida todo lo posible y, así, pudo trasladarlo a sus escritos.
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