Título en español: Siempre hemos vivido en el castillo.
Esta novela fue escrita a mediados del siglo XX. Narra la historia de dos hermanas, Constance y Merricat, que viven con su tío en una mansión algo apartada del resto del pueblo y con escaso y desagradable contacto con los demás. Son vistos como bichos raros debido probablemente a que unos años antes alguien provocó la muerte por envenenamiento de varios miembros de la familia en esa misma casa. Desde entonces, tiran adelante ellas por su cuenta y cuidan de su tío, que sobrevivió al veneno pero quedó con secuelas físicas y mentales severas.
Se trata de un clásico de la novela de terror estadounidense, que destaca a Merricat como un personaje singular y muy bien definido. En torno a la página cuarenta yo decidí que la historia me aburría e hice un gran esfuerzo para terminarla por aquello de haber adquirido la novela en inglés y no tener mucho más de doscientas páginas. Más allá de lo que he contado, poco más sucede en la historia, salvo algún hecho que muestra lo dicho: que ellas viven a su aire, están bien en su mundo y no desean cambiarlo. Podría tener cuatrocientas páginas y haber seguido en el mismo tono monocorde: qué bien estamos en esta casa, Merricat, qué quieres comer querido tío, vamos a limpiar el dormitorio, voy a pasearme por el césped, y así. Hay poco más que una descripción constante de su mundo, que se me ha hecho pesada y cuesta arriba a más no poder, y lo poco que sucede es, como digo, para mostrar que lo que ellas desean es que nada ocurra. Es uno de estos libros en los que entras y te gusta ese pequeño mundo, o no entras y te hastías en breve.
Las críticas que podáis encontrar por ahí son prácticamente todas buenísimas. Será, una vez más, que cuando me encuentro con un texto extraordinario no soy capaz de valorarlo.
No descarto, de todos modos, leer algo de esta autora en un futuro, pues al parecer en esta novela se va a más a lo psicológico que al terror, y sin duda Jackson sabe describir y contar las cosas con detalle (hasta el aburrimiento en este libro, ya digo), así que aplicado al terror puede valer la pena. Probablemente mi rechazo se deba a que cuando una historia, sea libro o película, consiste en describir un mundo peculiar de reacciones que me parecen improbables, excesivamente peculiares y que difícilmente me resultan creíbles, mi interés decae casi de inmediato.
Se trata de un clásico de la novela de terror estadounidense, que destaca a Merricat como un personaje singular y muy bien definido. En torno a la página cuarenta yo decidí que la historia me aburría e hice un gran esfuerzo para terminarla por aquello de haber adquirido la novela en inglés y no tener mucho más de doscientas páginas. Más allá de lo que he contado, poco más sucede en la historia, salvo algún hecho que muestra lo dicho: que ellas viven a su aire, están bien en su mundo y no desean cambiarlo. Podría tener cuatrocientas páginas y haber seguido en el mismo tono monocorde: qué bien estamos en esta casa, Merricat, qué quieres comer querido tío, vamos a limpiar el dormitorio, voy a pasearme por el césped, y así. Hay poco más que una descripción constante de su mundo, que se me ha hecho pesada y cuesta arriba a más no poder, y lo poco que sucede es, como digo, para mostrar que lo que ellas desean es que nada ocurra. Es uno de estos libros en los que entras y te gusta ese pequeño mundo, o no entras y te hastías en breve.
Las críticas que podáis encontrar por ahí son prácticamente todas buenísimas. Será, una vez más, que cuando me encuentro con un texto extraordinario no soy capaz de valorarlo.
No descarto, de todos modos, leer algo de esta autora en un futuro, pues al parecer en esta novela se va a más a lo psicológico que al terror, y sin duda Jackson sabe describir y contar las cosas con detalle (hasta el aburrimiento en este libro, ya digo), así que aplicado al terror puede valer la pena. Probablemente mi rechazo se deba a que cuando una historia, sea libro o película, consiste en describir un mundo peculiar de reacciones que me parecen improbables, excesivamente peculiares y que difícilmente me resultan creíbles, mi interés decae casi de inmediato.
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