No sé vosotros, pero yo
desconocía que los hechos reales que narra esta novela hubiesen sucedido en mi
ciudad, Zaragoza. Resulta que allá por 1934, en un piso de la calle Gascón de
Gotor, la doncella Pascuala escucha una misteriosa voz que sale del hornillo de
la cocina. Como es lógico se asusta, pero el hecho se repite y comienza a
dialogar con ella. Poco a poco este inusual acontecimiento se propaga y cuando
llega a la radio y a los periódicos, Zaragoza no para de hablar de ello: ¿cómo
sucede?, ¿es todo un truco?, ¿se trata de un espíritu? Poco a poco, se
comenzará a hablar “del duende” al referirse al caso.
No sé qué porcentaje de lo
narrado en la novela es pura ficción, pero creo que muy poco, pues debió de ser
un hecho muy comentado en su momento y la novela se dedica a explicar el
proceso de propagación e investigación.
La novela está escrita bien, con
palabras escogidas y un agradable vocabulario. El principal pero que le
encuentro es que, quizá por querer ceñirse al máximo a los hechos reales, hace
poco más que narrar todo lo referido al duende y, aunque la prosa merece mucho
la pena, la novela se hace lenta, suceden relativamente pocas cosas.
A ver qué día me paso por Gascón
de Gotor 2 para ver la placa que, por lo visto, se colocó allí rememorando el
misterio del duende. Qué curioso.
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