jueves, 22 de febrero de 2024

Naciste para disfrutar (Rut Nieves)



La autora -que debe de ser un superventas desde hace unos años, porque ha escrito una trilogía de temática similar además de este título- habla en estas no pocas páginas de cómo vivir nuestras relaciones de pareja, de cómo abandonar una relación que no funciona, de aprender a ser conscientes de nuestras necesidades, diálogos internos, sostenimiento de creencias extendidas... En definitiva, pone el foco en múltiples aspectos, desde sexuales hasta afectivos o espirituales, para que el lector pueda reflexionar profundamente acerca de qué modo puede desarrollar una mejor responsabilidad sobre su modo de pensar, sentir y hacer, y llevarlo a cabo con coherencia y desde el respeto a sí mismo. 
Si lo que se lee en la portada te llama la atención, es medianamente probable que el contenido te pueda interesar. Está escrito de un modo bastante ameno, además -al menos en esta edición de tapa dura- con letra de buen tamaño, variada, a veces con colores y en diferentes estilos, y apela tanto a cuestiones más cercanas a lo psicológico como a otras más sexuales o espirituales, de modo que leeremos tanto de sequedad vaginal como de dependencia emocional o de técnicas estilo Thetahealing. 
Este tipo de libros me producen a menudo dos sensaciones opuestas. Por una parte, se leen bien, transmiten buenas ideas y optimismo, son muy sugerentes; por otra, abren tantos campos y ofrecen tantas ideas que, más allá de invitar y hacerlo con alegría, siempre me provocan cierto escepticismo sobre hasta qué punto tanta información y tanta propuesta pueda en la práctica movilizar al lector. 
En cualquier caso, tomé una sugerencia que Nieves lanza en uno de los primeros capítulos: observar lo que la lectura te hace sentir. Con esa idea, he querido dejarme llevar por las numerosas invitaciones basadas en su experiencia personal, abrirme a reflexionar o recordar mediante las puertas que propone abrir y recoger alguna semilla prometedora para mi día a día. Al fin y al cabo, se trata de disfrutar del texto más desde el corazón, no tanto desde el análisis, y en definitiva de aplicar esa autoescucha a lo que vivimos de modo cotidiano, también en nuestras relaciones personales.  



 

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