Título original: The Thursday Murder Club.
Un grupo de jubilados de más de setenta años viven en la comunidad Coopers Chase, en un entorno agradable. Una de las actividades programadas, si bien con un nombre que no apela a su contenido verdadero, es El Club del Crimen, en el que algunos ya amigos se reúnen para compartir fotografías de crímenes, información diversa, y tratar de averiguar qué pudo suceder en tales casos sin resolver. Poco a poco el lector podrá ir descubriendo que los miembros de este peculiar grupo, que tuvieron profesiones muy distintas que no en pocas ocasiones les ayudan a elaborar hipótesis acertadas, resulta bastante bueno en esta afición. Y pocas páginas después de comenzar el libro, asistiremos a un crimen real que les pondrá en marcha a todos.
Adquirí este título a precio barato hace unos meses, pues sentí que probablemente se tratase de un libro entretenido con el que pasar el rato, dejarme atrapar por una historia de misterio y disfrutar de algo de intriga. Más o menos así ha sido, y no descarto en un futuro leer algún título más que muestra otra aventura de estos mayores detectives amateur. Eso sí, son más de cuatrocientas cincuenta páginas y me ha costado que la historia me cautivase, creo que por dos motivos. El primero, porque los capítulos son cortísimos y, aunque a veces eso crea el efecto de querer leer otro y otro y otro, en este caso me interrumpía la magia, en parte también porque en cada capítulo se prestaba atención a otro personaje diferente y me impedía centrarme. Y el segundo, porque conforme la historia ya está avanzada, si bien hay algunos giros o sorpresas, todo se complica y la explicación de todo lo sucedido termina siendo algo farragosa, apelando a no pocos personajes y, si bien voy a exagerar un poco, algunas veces haberme hecho un pequeño diagrama con todos los que aparecen no me habría ido mal. Suelo preferir las historias que se siguen con más facilidad. La resolución me ha parecido correcta, no particularmente llamativa.
En cualquier caso, resulta muy simpático ver cómo los investigadores jubilados hacen avanzar sus pesquisas, casi siempre acertadamente, y logran a veces más progresos que los policías encargados del caso.
Un grupo de jubilados de más de setenta años viven en la comunidad Coopers Chase, en un entorno agradable. Una de las actividades programadas, si bien con un nombre que no apela a su contenido verdadero, es El Club del Crimen, en el que algunos ya amigos se reúnen para compartir fotografías de crímenes, información diversa, y tratar de averiguar qué pudo suceder en tales casos sin resolver. Poco a poco el lector podrá ir descubriendo que los miembros de este peculiar grupo, que tuvieron profesiones muy distintas que no en pocas ocasiones les ayudan a elaborar hipótesis acertadas, resulta bastante bueno en esta afición. Y pocas páginas después de comenzar el libro, asistiremos a un crimen real que les pondrá en marcha a todos.
Adquirí este título a precio barato hace unos meses, pues sentí que probablemente se tratase de un libro entretenido con el que pasar el rato, dejarme atrapar por una historia de misterio y disfrutar de algo de intriga. Más o menos así ha sido, y no descarto en un futuro leer algún título más que muestra otra aventura de estos mayores detectives amateur. Eso sí, son más de cuatrocientas cincuenta páginas y me ha costado que la historia me cautivase, creo que por dos motivos. El primero, porque los capítulos son cortísimos y, aunque a veces eso crea el efecto de querer leer otro y otro y otro, en este caso me interrumpía la magia, en parte también porque en cada capítulo se prestaba atención a otro personaje diferente y me impedía centrarme. Y el segundo, porque conforme la historia ya está avanzada, si bien hay algunos giros o sorpresas, todo se complica y la explicación de todo lo sucedido termina siendo algo farragosa, apelando a no pocos personajes y, si bien voy a exagerar un poco, algunas veces haberme hecho un pequeño diagrama con todos los que aparecen no me habría ido mal. Suelo preferir las historias que se siguen con más facilidad. La resolución me ha parecido correcta, no particularmente llamativa.
En cualquier caso, resulta muy simpático ver cómo los investigadores jubilados hacen avanzar sus pesquisas, casi siempre acertadamente, y logran a veces más progresos que los policías encargados del caso.
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