Si bien tengo la sensación de que ya he leído otros cómics con planteamientos similares, este título me ha parecido interesante; a riesgo de aburrir, repetiré una vez más que el hecho de contar una historia mediante dibujos, con unos colores determinados, y en definitiva sirviéndose de todos los recursos que el medio permite, le da un aire diferente al que pudiera tener narrado de otro modo. Y ese aire tiende a ser especial y entrañable.
El autor nos cuenta, por supuesto de modo autobiográfico, una temporada de su infancia en el local que da título al cómic, donde su familia se ganaba la vida, vivía y compartía su tiempo. De vez en cuando podemos ver alguna fotografía real de aquellos años, lo cual añade un plus de nostalgia y un realismo que llega al corazón. A través del niño que él era conoceremos el local, a sus padres, sus hermanos, algunos clientes y en general la atmósfera que se respiraba en la Badalona de aquellos años noventa.
En definitiva, nos acercamos a esas personas y a la misma sensación que si observásemos por primera vez a amigos y familiares quizá ya fallecidos hablando y riendo en un vídeo antiguo.
El autor nos cuenta, por supuesto de modo autobiográfico, una temporada de su infancia en el local que da título al cómic, donde su familia se ganaba la vida, vivía y compartía su tiempo. De vez en cuando podemos ver alguna fotografía real de aquellos años, lo cual añade un plus de nostalgia y un realismo que llega al corazón. A través del niño que él era conoceremos el local, a sus padres, sus hermanos, algunos clientes y en general la atmósfera que se respiraba en la Badalona de aquellos años noventa.
En definitiva, nos acercamos a esas personas y a la misma sensación que si observásemos por primera vez a amigos y familiares quizá ya fallecidos hablando y riendo en un vídeo antiguo.