La periodista y escritora Charo González muestra en estas páginas los hechos más destacados de la vida personal y profesional del célebre Nikola Tesla. El increíble inventor, cuyas numerosas patentes cambiaron la vida de las personas de manera radical, muestra ser una persona especial e intelectualmente muy dotada desde niño. En estas páginas se describen sus análisis, sus descubrimientos, su asombrosa manera de proceder a la hora de crear (por ejemplo, sin apenas realizar diseños previos sobre papel, solamente desde su imaginación). Aparecen otros inventores archiconocidos, como Marconi o Edison, con quienes tuvo rivalidad y rencillas, y se refleja de modo patente la injusticia que, entre otros motivos por intereses económicos, sufrió Tesla a lo largo de su vida. Si bien no es un consuelo para él, la Historia ha ido demostrando y demuestra que fueron muchos los inventores que se basaron en sus hallazgos para generar las creaciones que les permitieron alcanzar el éxito y pasar a la posteridad.
Curiosamente, debo indicar que una de las ocasiones en que escuché más repetidamente el nombre de Nikola Tesla fue al toparme con un canal de youtube en el que se tocaban asuntos medio esotéricos, medio de crecimiento personal y espiritual, pues no en pocas ocasiones las reflexiones del croata se basan en percepciones tan sutiles que rozan lo inaprehensible. Si bien en algún punto de este libro se explica la actitud de rechazo que él mostraba hacia videntes y similares -pues él dedicaba mucho tiempo a diario a analizar sus pensamientos, de dónde venían, lo relacionaba con objetos y ruidos percibidos a lo largo de la jornada, etc.-, sus misteriosas y peculiares personalidad y manera de trabajar han quedado también unidas a lo misterioso, a lo inexplicable. Este hombre, que cuidaba de las palomas como si fuesen sus hijos, a quien nunca se le conoció pareja, que apenas dormía dos horas diarias, que dirigía sus esfuerzos a inventar sistemas para ayudar sin beneficio económico a la humanidad, tiene en su haber el descubrimiento, entre otras cosas, de la corriente alterna, la lámpara fluorescente, el control remoto o los rayos X.
Nikola Tesla será, y probablemente ya es, un inventor cuyo valor inescrutable llegará a generaciones y generaciones tras él. Apuesto a que, más allá de todo lo que se perdió en algún incendio de su laboratorio, hoy día existen ideas suyas cuidadosamente guardadas bajo llave con el fin de poder obtener beneficio pecuniario por algo que este inventor desearía haber ofrecido gratuitamente.
Curiosamente, debo indicar que una de las ocasiones en que escuché más repetidamente el nombre de Nikola Tesla fue al toparme con un canal de youtube en el que se tocaban asuntos medio esotéricos, medio de crecimiento personal y espiritual, pues no en pocas ocasiones las reflexiones del croata se basan en percepciones tan sutiles que rozan lo inaprehensible. Si bien en algún punto de este libro se explica la actitud de rechazo que él mostraba hacia videntes y similares -pues él dedicaba mucho tiempo a diario a analizar sus pensamientos, de dónde venían, lo relacionaba con objetos y ruidos percibidos a lo largo de la jornada, etc.-, sus misteriosas y peculiares personalidad y manera de trabajar han quedado también unidas a lo misterioso, a lo inexplicable. Este hombre, que cuidaba de las palomas como si fuesen sus hijos, a quien nunca se le conoció pareja, que apenas dormía dos horas diarias, que dirigía sus esfuerzos a inventar sistemas para ayudar sin beneficio económico a la humanidad, tiene en su haber el descubrimiento, entre otras cosas, de la corriente alterna, la lámpara fluorescente, el control remoto o los rayos X.
Nikola Tesla será, y probablemente ya es, un inventor cuyo valor inescrutable llegará a generaciones y generaciones tras él. Apuesto a que, más allá de todo lo que se perdió en algún incendio de su laboratorio, hoy día existen ideas suyas cuidadosamente guardadas bajo llave con el fin de poder obtener beneficio pecuniario por algo que este inventor desearía haber ofrecido gratuitamente.
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