Título original: Chichi no koyomi.
"Al morir su padre, al que hacía años que no veia, Yoichi asiste a su funeral con cierta sensación de alejamiento emocional. Su padre es para él un virtual desconocido, por el que nunca ha sentido demasiado afecto y al que ha llegado a considerar como un ser mediocre y oscuro. A través de recuerdos borrosos, de comentarios de allegados de su padre y de fotografías, el protagonista irá recomponiendo una imagen más compleja de su padre a la vez que arrojando nueva luz sobre su relación con él y con su madre". Este es el texto que puede leerse en la contraportada de esta edición del manga de Taniguchi, que he copiado porque me ha parecido acertado y pertinente.
La sensación al leerlo ha sido ambigua. Por un lado, en comparación con otras obras del mismo autor, me ha atrapado poco durante la lectura, de modo que lo he ido leyendo a pequeños picotazos durante semana y media a pesar de no ser muy extenso. Por otro, conforme conocía más detalles de los principales personajes percibía que éstos me resultaban más atractivos y que me vinculaba con ellos emocionalmente en cierta medida. Si bien la valoración que hago es positiva y, una vez más, compruebo que Jiro Taniguchi plantea sus historias de un modo atractivo, el sabor de boca que me deja es ligeramente menos especial que en otras ocasiones, a lo mejor porque ofrece una propuesta menos original. Así, en el caso de El caminante, se trata de pequeñas historias casi sin argumento donde el hombre protagonista observa con atención, a veces interactuando, a quienes se cruzan con él en su paseo cotidiano; se trata, por tanto, de un manga que trata de mostrar lo bonito de lo cotidiano y de fijarse en el presente. En el caso de Barrio lejano resulta imposible explicar en qué consiste la originalidad de su planteamiento -relativa en todo caso, pues en algunas películas se ha propuesto algo similar- sin adelantar demasiado, así que solamente diré que, como en El almanaque de mi padre, narra el reencuentro con un entorno casi olvidado, y sí tiene esa magia particular que esta vez, aunque también esta presente, aparece en menor grado.
En cualquier caso, os aseguro que Taniguchi siempre agrada y os animo a leer alguna de sus obras, absolutamente interesantes para un público adulto.
La sensación al leerlo ha sido ambigua. Por un lado, en comparación con otras obras del mismo autor, me ha atrapado poco durante la lectura, de modo que lo he ido leyendo a pequeños picotazos durante semana y media a pesar de no ser muy extenso. Por otro, conforme conocía más detalles de los principales personajes percibía que éstos me resultaban más atractivos y que me vinculaba con ellos emocionalmente en cierta medida. Si bien la valoración que hago es positiva y, una vez más, compruebo que Jiro Taniguchi plantea sus historias de un modo atractivo, el sabor de boca que me deja es ligeramente menos especial que en otras ocasiones, a lo mejor porque ofrece una propuesta menos original. Así, en el caso de El caminante, se trata de pequeñas historias casi sin argumento donde el hombre protagonista observa con atención, a veces interactuando, a quienes se cruzan con él en su paseo cotidiano; se trata, por tanto, de un manga que trata de mostrar lo bonito de lo cotidiano y de fijarse en el presente. En el caso de Barrio lejano resulta imposible explicar en qué consiste la originalidad de su planteamiento -relativa en todo caso, pues en algunas películas se ha propuesto algo similar- sin adelantar demasiado, así que solamente diré que, como en El almanaque de mi padre, narra el reencuentro con un entorno casi olvidado, y sí tiene esa magia particular que esta vez, aunque también esta presente, aparece en menor grado.
En cualquier caso, os aseguro que Taniguchi siempre agrada y os animo a leer alguna de sus obras, absolutamente interesantes para un público adulto.
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