Título original: Hakucho to Komori.
El autor es un superventas en algunos paises asiáticos y desde hace unos años algunas de sus novelas han sido traducidas al español. Suele escribir thrillers, o más bien historias de misterio donde hay algún crimen y las correspondientes pesquisas.
Es el caso de estas páginas. Los policías que llevan buena parte de la investigación, Godai y su ayudante Nakamachi, analizan el crimen de un abogado cuyo cuerpo apareció en el asiento trasero de su coche en un barrio al que nunca solía ir. A partir de ese momento, se sucederán muchos descubrimientos: nuevos detalles extraños, alguna persona que reconoce el crimen, familiares del acusado que investigan por su cuenta para cerciorarse de cuánto de verdad hay en todo el asunto... No entraré en más detalle para, a diferencia de la contraportada de esta edición, evitar que el lector potencial conozca a grandes rasgos cerca de la mitad de la trama antes de comenzar.
Se trata de un libro más bien extenso, con no pocos personajes aunque sin llegar a la exageración, y con una manera de narrar los hechos que permite descubrir nuevos datos a la par que los personajes que protagonizan la historia. Resulta muy natural el modo en que, con lentitud, los sucesos acontecen, las investigaciones avanzan y se profundiza en los detalles del caso. Para bien o para mal, esto a juzgar por quien se acerque a este título, la historia se desarrolla con lentitud, y lo que esencialmente uno puede encontrar son conversaciones entre los familiares y los policías, o entre los familiares que buscan información por su cuenta y aquellos a quienes desean preguntar. Es decir, no se trata de una historia de acción, ágil, con persecuciones o escenas así. Si bien el desenlace me ha parecido correcto, tampoco me ha resultado particularmente inesperado, pero en general me ha permitido comprobar una vez más que Higashino tiene muy claro desde la primera página lo que quiere contar y estudia los detalles escrupulosamente antes de iniciar la escritura.
En este sentido, quizá sea algo más original y brillante el título que leí anteriormente de este mismo autor, La devoción del sospechoso X, con una cantidad irrisoria de personajes y, en algunos momentos, un desarrollo excelente de los diálogos, de la evolución de la narración, que juega muy bien con dicha exigua cantidad de personajes, un poco recordando a Colombo o al clásico La Huella.
En cualquier caso, un autor para recordar de vez en cuando.
Es el caso de estas páginas. Los policías que llevan buena parte de la investigación, Godai y su ayudante Nakamachi, analizan el crimen de un abogado cuyo cuerpo apareció en el asiento trasero de su coche en un barrio al que nunca solía ir. A partir de ese momento, se sucederán muchos descubrimientos: nuevos detalles extraños, alguna persona que reconoce el crimen, familiares del acusado que investigan por su cuenta para cerciorarse de cuánto de verdad hay en todo el asunto... No entraré en más detalle para, a diferencia de la contraportada de esta edición, evitar que el lector potencial conozca a grandes rasgos cerca de la mitad de la trama antes de comenzar.
Se trata de un libro más bien extenso, con no pocos personajes aunque sin llegar a la exageración, y con una manera de narrar los hechos que permite descubrir nuevos datos a la par que los personajes que protagonizan la historia. Resulta muy natural el modo en que, con lentitud, los sucesos acontecen, las investigaciones avanzan y se profundiza en los detalles del caso. Para bien o para mal, esto a juzgar por quien se acerque a este título, la historia se desarrolla con lentitud, y lo que esencialmente uno puede encontrar son conversaciones entre los familiares y los policías, o entre los familiares que buscan información por su cuenta y aquellos a quienes desean preguntar. Es decir, no se trata de una historia de acción, ágil, con persecuciones o escenas así. Si bien el desenlace me ha parecido correcto, tampoco me ha resultado particularmente inesperado, pero en general me ha permitido comprobar una vez más que Higashino tiene muy claro desde la primera página lo que quiere contar y estudia los detalles escrupulosamente antes de iniciar la escritura.
En este sentido, quizá sea algo más original y brillante el título que leí anteriormente de este mismo autor, La devoción del sospechoso X, con una cantidad irrisoria de personajes y, en algunos momentos, un desarrollo excelente de los diálogos, de la evolución de la narración, que juega muy bien con dicha exigua cantidad de personajes, un poco recordando a Colombo o al clásico La Huella.
En cualquier caso, un autor para recordar de vez en cuando.
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