La editorial Continta me tienes posee una colección denominada La pasión de Mary Read, en la que se da cabida a publicaciones LGTBIAQ+, de género, de feminismos, de sexualidades y de relaciones no convencionales. Mary Read pasó toda su vida haciéndose llamar Mark Read, surcó los mares y fue pirata.
En este libro, de no pocas páginas pero formato bastante pequeñito, se presentan numerosos textos, en su mayoría de no ficción, cuyos autores tienen en común ser transexuales. Lo mejor de todo es que los temas que tratan no son solamente su experiencia a la hora de decidir vivir en su cuerpo y de quizá terminar por transformarlo, sino que además se hacen reflexiones sobre cómo retomar el contacto perdido con la familia cuando el padre o la madre cae enfermo y hace falta alguien quien lo cuide, o cómo un chico transexual sin pene defiende con ardor el placer sexual que no gira en torno al falo y lo genital, o cómo en la Complutense RQTR visibilizaba la homosexualidad y la transexualidad en los años noventa tratando de implicar a la Facultad de Psicología y llevando a personas especializadas como la célebre Elena Ochoa; o cómo incluso los propios transexuales, también en esa década, se sentían incómodos ante los programas nocturnos donde La Veneno contaba su vida y cómo luego la reciente serie homónima obliga a una revisión de las vivencias y prejuicios pasados y presentes. Y un largo etcétera de temas que muestran la unión entre la transexualidad con múltiples y diversos aspectos de la vida. Unas páginas potentes y necesarias para pasar el plumero a los polvos tránsfobos que todos, tú y yo también, tenemos por ahí aposentados.
En este libro, de no pocas páginas pero formato bastante pequeñito, se presentan numerosos textos, en su mayoría de no ficción, cuyos autores tienen en común ser transexuales. Lo mejor de todo es que los temas que tratan no son solamente su experiencia a la hora de decidir vivir en su cuerpo y de quizá terminar por transformarlo, sino que además se hacen reflexiones sobre cómo retomar el contacto perdido con la familia cuando el padre o la madre cae enfermo y hace falta alguien quien lo cuide, o cómo un chico transexual sin pene defiende con ardor el placer sexual que no gira en torno al falo y lo genital, o cómo en la Complutense RQTR visibilizaba la homosexualidad y la transexualidad en los años noventa tratando de implicar a la Facultad de Psicología y llevando a personas especializadas como la célebre Elena Ochoa; o cómo incluso los propios transexuales, también en esa década, se sentían incómodos ante los programas nocturnos donde La Veneno contaba su vida y cómo luego la reciente serie homónima obliga a una revisión de las vivencias y prejuicios pasados y presentes. Y un largo etcétera de temas que muestran la unión entre la transexualidad con múltiples y diversos aspectos de la vida. Unas páginas potentes y necesarias para pasar el plumero a los polvos tránsfobos que todos, tú y yo también, tenemos por ahí aposentados.
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