Autor: Rafael Sánchez Ferlosio.
Conozco a Ferlosio desde que con unos trece años, por decisión de algún pedagogo fusilable, nos hicieran leer en el colegio su novela Alfanhuí, quizá por la simplista razón de que el protagonista es un niño. Detesté ese libro durante años hasta que con diecinueve o veinte lo releí y es uno de mis favoritos. Raro de narices, lo recomiendo.
Sin embargo, Ferlosio ha escrito más ensayo y artículos que otra cosa, como es el caso de las páginas contenidas en este título.
Se puede dividir el libro en tres partes. En la primera se habla de pedagogía en un sentido amplio de la palabra: en la escuela, en su entorno, en la sociedad, en el modo de explicar la Historia... Son posiblemente las páginas que más me han atraído, tanto porque estaba muy de acuerdo en buena parte de sus observaciones como porque tocaba un aspecto que juzgo fundamental de mi profesión de maestro: la objetividad, la claridad y el sentido común. Andar en estos momentos hastiado de la burrocracia que inunda el trabajo de los docentes no ha hecho sino exaltar mis aplausos intelectuales hacia algunos de sus comentarios. La segunda parte, que él mismo denomina Pecios, trata temas diversos; a mí las observaciones sueltas, breves, me parecen atractivas pero no me dejan poso, aunque algunas de ellas merecían ser subrayadas y compartidas. Y la tercera parte habla esencialmente de la guerra, de la nación y del patriotismo, definiendo lo que son y qué hay tras ellos.
Hay que echarle un vistazo, sin duda. Se trata de un conjunto de ensayos de los que la mayoría pueden perfectamente dar pie a la reflexión y al debate, pues hace observaciones certeras, reflexionadas y sobre temas importantes del mundo en que vivimos. Es un placer leer textos de gente que piensa.
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