“En una época futura, nuestro
planeta se ha convertido en un archipiélago en el que conviven dos fuerzas: los
Propios, súbditos de las islas, y los Ajenos, desterrados tras disputas
ideológicas y económicas. Dentro del Sistema existe una isla llamada Realidad,
donde el narrador vigila la probable aparición de los enemigos del orden. Pero
a medida que éste se agrieta y el centinela pierde sus certezas, el Narrador se
convierte en un hombre peligroso, en un pensador incómodo.”
Así reza la contraportada de la
novela en la edición que he leído, que he copiado porque me parece definir bien
el punto de partida y en cierto modo el tema principal del libro. El escritor,
premiadísimo y de una prosa cuidada, rica, muy buena y de vocabulario exigente,
parece hacer una reflexión de la sociedad actual a través de esta especie de
mundo controlado por el Sistema, que es el nuestro en un futuro.
La lectura me ha interesado, de
otro modo no habría sido capaz de terminarla, lo cual no obsta para señalar que
las ganas de dejarlo a mitad estaban presentes a veces, pues, sin negar que
Menéndez Salmón escribe exquisitamente y sin duda pasará a la Historia de la
Literatura, todo el texto gira en torno a dicho mundo medio abstracto, medio
sin localización certera, con personajes que a menudo carecen de nombre propio
y todo ello lleno de reflexión (el diálogo es prácticamente inexistente en las
trescientas páginas).
A pesar de todo, es un texto
complejo, interesante y reflexivo del cual seguramente se puedan extraer
diversas lecturas y, cuando ello es posible, es que probablemente estamos ante
una prosa de enorme valor.
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