miércoles, 8 de agosto de 2012

Quien parpadea teme a la muerte (Knud Romer).



Título original: Den som blinker er bange for døden.
Me llamó la atención el título de la novela, le eché un vistazo y, animado por su no muy extenso número de páginas, la cogí de la biblioteca.
Hacía bastante tiempo que no leía algo diferente, interesante y, por fin, con sentido del humor bien utilizado (tanto en tipo como en cantidad).
Se narra las aventuras de Knud (como el autor), procedente de una familia alemana con la que vive en Dinamarca durante los años sesenta. En concreto en una pequeña ciudad llamada Nykøbing Falster, cuyos habitantes los miran con desprecio, les niegan la palabra casi en todo momento y les ven como nazis y traidores.
El libro no tiene capítulos ni diálogos. Lo primero supone que cada ciertas páginas termina lo que se está narrando y se pasa a otra cosa; así que son relatos independientes porque tratan temas distintos en lugares, fechas o con personajes diferentes que guardan en común que todos ellos pertenecen a dicha familia, su entorno o sus amigos. Habrá quien al leer la novela opine que no, que es una novela y ya está, pero insisto en esa personalidad propia de cada uno, o de buena parte, de estos textos separados por espacios, ya que tienen su comienzo, nudo y desenlace y una capacidad propia para sorprender, obligar a detenerse en el sutil modo de narrar los hechos o, en ocasiones, despertarnos con una ironía o en general un toque humorístico inesperado.
Como buena novela –o lo que sea-, tiene sus personajes, su forma de narrarse particular, crítica, belleza poética, tristeza, contexto histórico (soportable, y lo digo yo, que estoy ya harto de tanto libro y película sobre la Alemania nazi)… es decir, mucha miga contenida. Y la ausencia de diálogo, que a mí de primeras nunca me agrada cuando me la encuentro en un libro, consigue que dicha miga esté concentrada con arte y con palabras escogidísimas; es así como eso que yo quiero llamar “los relatos que componen la novela” tienden a condensar historias que a veces podrían dar lugar a narraciones mucho más largas si el autor fuese de los que se detiene en prolijas descripciones y extensos diálogos.  Pero no es así, y es estupendo que la riqueza de lo que se cuenta se haga con tanta economía de palabras.
Si te gusta leer y lo haces con frecuencia, en especial si en una lectura buscas no sólo entretenerte o engancharte sino también un texto más trascendente y cuidado, ya estás tardando en echarle un vistazo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario