Quizá exagerando un poco, o puede que no, leer el presente comentario os va a suponer una tentación enorme y corréis el peligro de caer en las redes del libro igual que yo. Estaba leyendo un par de cosillas estos días y, en mi habitual visita a alguna biblioteca, vi éste sobre leyendas urbanas, me atrajo, lo tomé prestado… y en dos días he estado enganchado descubriendo supuestas verdades de común aceptación, sin poderlo dejar hasta terminarlo.
El autor, después de trabajar varios años en el programa de radio La Rosa de los Vientos, de Onda Cero, y crear una sección dedicada a falsas creencias, decidió recopilar y comentar las que a su entender resultaban más llamativas o interesantes.
Lo que más me ha gustado es, por una parte, que no se detiene en leyendas urbanas más o menos típicas o clásicas –que también-, tipo la mujer de la curva, el bote de mermelada y Ricky Martin o secar al perro en el microondas, sino que expone otros muchos casos más actuales; por otro, expone las razones por las que estas historias se creen y se aceptan, que puede ser el intentar destruir o dañar la imagen de alguna impresa o simplemente un deseo inconsciente de resistirse a los cambios, a lo raro, a los avances científicos, etc.
Cardeñosa, incluyéndose a sí mismo, indica que todos somos crédulos en alguna ocasión; y es verdad, porque al leer este libro os daréis cuenta de que hay unas cuantas cosas que dabais por ciertas sin serlo. Da las claves generales para aprender a detectar (o al menos para ser más crítico) una leyenda urbana.
Así, por ejemplo, ¿a que todos conocemos a alguien que dice haber asistido a un individuo con una botella metida en algún orificio innombrable en el hospital? ¿Qué tal lo de quedarse embarazada porque el semen se diluyó en donde te bañabas? ¿Has oído hablar de Juan Carlos I, que yendo en su moto alguna vez echó una mano a alguien en apuros? ¿Es cierto que George Bush tiene un coeficiente intelectual bajo y que fue pillado en una foto leyendo un libro que estaba boca abajo? ¿Verdad que no hay tumbas de chinos en los cementerios porque vaya usted a saber dónde acaban sus cuerpos? ¿Cuánto sabe Nostradamus? ¿Y si te hacen una copia de la tarjeta cuando vas al cajero? ¿O si a tu hijo le dan un caramelo con droga a las puertas del cole? Bueno, y todo eso no es nada, porque podrían secuestrarte para una snuff movie, o para dormirte y usarte para tráfico de órganos, o si estás buceando en un lago te podría absorber un hidroavión que recoge agua para apagar un incendio. O también podría ser que la gripe aviar te matase si no tienes Tamiflú (la empresa que lo comercializó –sin que luego muriese nadie de esa gripe- estaba dirigida por Donald Rumsfeld), o que la policía te multase por descargarte una película de internet, o que tu salud se deteriore si no bebes dos litros de agua al día. ¡Y no digamos si no miras el número del tetra brik que te indica cuántas veces ha caducado y ha sido repasteurizada! Y si todo eso no te preocupa, a lo mejor los cacos ya han dejado la señal que sea en tu portal y te van a robar cualquier día de éstos…
En fin, éstas y muchas otras leyendas urbanas te vas a encontrar aquí. Te encantará leerlo y desde luego me parece un regalo magnífico para cualquiera. ¡No te lo pierdas!
Por cierto, si no copias y pegas en tu muro este comentario del libro antes de dos días, próximamente recibirás una llamada con malas noticias sobre un familiar cercano…
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