Título completo: Entre dos mundos. Más allá de los trastornos mentales.
La autora establece una especie de autoentrevista en la que habla de la bipolaridad, trastorno que ella padece y con el que ha aprendido a convivir. A lo largo de las páginas habla con claridad tanto de su vida cotidiana como de las maneras que ha ido encontrando para que su día a día no quede condicionado por el hecho de tener bipolaridad, de tal modo que ni ella misma ni su entorno la vean como una enferma simplemente sino como una persona completa que además tiene esta característica digamos peculiar, como peculiares somos todos al fin y al cabo.
Más allá de cómo está narrado, pues en su estructura y explicación me ha resultado un poco repetitivo y desordenado, así como a veces redundante en la mera elección del vocabulario, me parece interesante, didáctico y necesario que, como es intención de la escritora, se aterrice un trastorno mental a ideas y parámetros que vayan más allá de una etiqueta, para poder, como se especifica en sus páginas, llegar a considerar tales circunstancias como un aspecto más de la persona, como se hace con alguien que tenga cáncer por ejemplo. Quizá convenga resaltar que este afán de normalizar cuestiones como la bipolaridad sea necesario, según la propia experiencia de la autora, entre los propios psiquiatras y en el mundo hospitalario, que tiende a medicar para mantener tranquilos o centrados a los pacientes en lugar de acercarse a éstos como personas a las que escuchar y ayudar a ser independientes.
La autora establece una especie de autoentrevista en la que habla de la bipolaridad, trastorno que ella padece y con el que ha aprendido a convivir. A lo largo de las páginas habla con claridad tanto de su vida cotidiana como de las maneras que ha ido encontrando para que su día a día no quede condicionado por el hecho de tener bipolaridad, de tal modo que ni ella misma ni su entorno la vean como una enferma simplemente sino como una persona completa que además tiene esta característica digamos peculiar, como peculiares somos todos al fin y al cabo.
Más allá de cómo está narrado, pues en su estructura y explicación me ha resultado un poco repetitivo y desordenado, así como a veces redundante en la mera elección del vocabulario, me parece interesante, didáctico y necesario que, como es intención de la escritora, se aterrice un trastorno mental a ideas y parámetros que vayan más allá de una etiqueta, para poder, como se especifica en sus páginas, llegar a considerar tales circunstancias como un aspecto más de la persona, como se hace con alguien que tenga cáncer por ejemplo. Quizá convenga resaltar que este afán de normalizar cuestiones como la bipolaridad sea necesario, según la propia experiencia de la autora, entre los propios psiquiatras y en el mundo hospitalario, que tiende a medicar para mantener tranquilos o centrados a los pacientes en lugar de acercarse a éstos como personas a las que escuchar y ayudar a ser independientes.
Para quien no lleve intención de leer este testimonio, puede dedicar menos de una horita a ver un estupendo episodio del programa Eso no se pregunta, donde se entrevistan a varias personas con trastornos mentales y entre los que se encuentra la propia May. Dejo aquí el enlace al mismo:
https://www.youtube.com/watch?v=To2M8nl5N8w
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