Título original: The photograph.
Es posible que con este libro haya descubierto a una autora interesante. Descubierto yo, quiero decir, pues la mujer tiene ya ochenta y bastantes años y muchas y diversas publicaciones.
Lively nos cuenta, como premisa inicial, que Glyn descubre entre los archivos de su casa un sobre en el que no había reparado previamente; al abrirlo, descubre una fotografía (que queda representada en la portada del libro) en la que se puede ver a Kath, su fallecida esposa, en una actitud más que amistosa con Nick, el marido de la hermana de ella. A partir de ese instante, Glyn se comenzará a hacer preguntas sobre cuánto sabía y desconocía de Kath. Al haber ella muerto, se planteará a quién puede contarle el descubrimiento para aclarar sus ideas y descubrir la verdad.
Estas páginas, en principio, las he leído con un entusiasmo moderado. Ni en general buena parte de los personajes ni el modo en que se iban narrando los acontecimientos me pareció particularmente cautivador. Me explico. Lo mejor de esta escritora es que deja patente, o así lo he sentido, que ha elaborado un esquema claro de qué quiere contar, qué personajes necesita, cómo va a dosificar los hechos y en definitiva muestra una estructura cuidadosamente diseñada. También se nota en el modo de originar el relato, el cómo el descubrimiento de la foto es lo que desencadena lo que se cuenta en estas páginas. Lo menos bueno de Lively es, al mismo tiempo, eso mismo. Por ejemplo, cada capítulo recibe el título del personaje o los personajes que van a intervenir como protagonistas en el mismo; además, si bien se puede afirmar que cada uno tiene su propia personalidad, no es sino Kath, la fallecida esposa de Glyn, quien funciona como protagonista absoluto en torno a quien el resto de los caracteres giran y quien queda más claramente retratada. El resto, exagerando un poco, sí tienen -como dije- su personalidad más o menos definida pero son excusas, patrones medidos, para que Kath vaya desvelándose poco a poco para el lector. En cierto modo, a veces sentía que estaba leyendo una novela de Agatha Christie, no porque aquí estemos ante una novela de misterio o crímenes, sino porque sentía ligeramente esa especie de frialdad y de que casi todos los personajes formaban parte de un engranaje bien hilado en pos de la resolución de un crimen en el caso de la dama del misterio y en favor de la reconstrucción de la figura de Kath en esta novela.
Pero en realidad eso no es bueno ni malo. Quizá haya lectores que vayan a echar de menos algo más de pasión en la historia, una menor sensación de linealidad o simplemente una actitud no tan continuamente de reflexión o de mirada retrospectiva acerca de Kath.
Pero así es la novela, reflexiva, de mirada hacia el pasado, muy bien estructurada. Y si bien me costó mucho entrar en la historia y retomaba la lectura cada día con un entusiasmo moderado, a veces justito, al haberla terminado siento que muy posiblemente permanecerá en mi recuerdo más que otras narraciones. Kath queda como una figura algo misteriosa, que el lector habría querido conocer más y quizá en persona, y lo que sienten su esposo, su hermana, sus amigos... queda bien reflejado, es apabullantemente creible y deja un poso triste y agradable, el suficiente para curiosear en la obra de Penelope Lively más adelante.
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