sábado, 11 de enero de 2020

El último sol (Félix Teira)




Todo un descubrimiento este escritor, que además resulta ser de Belchite, provincia de Zaragoza. En esta novela cuenta en principio el tiempo que Pablo Monfort, pintor internacionalmente célebre, decide pasar en el pueblo aragonés de su infancia como modo de afrontar los que parecen ser los últimos meses de su vida, debido a un tumor cerebral que le ha sido diagnosticado. Ya desde el principio el lector asistirá a dos líneas de narración. Una, la que cuenta el propio pintor en primera persona, que contiene tanto su día a día con la enfermedad y las pocas personas que se encuentran en el pueblo, como los recuerdos de su infancia y juventud en relación a su familia, amistades y primeras relaciones de amor importantes, así como por supuesto su vida dedicada en buena medida a la pintura. Y por otro, la relación llamémosla oculta que se establece entre la hija del pintor, Elena, y un médico chileno al que contrata para que pase un tiempo en una casa cercana a su padre, se haga amigo de él y, sin que éste sospeche del plan, cuide de su salud y le informe cotidianamente de cómo evoluciona el estado de Pablo. 
La verdad es que las primeras cuarenta páginas se me hicieron un poco pesadas. Observaba que Teira escribía bien pero había algo en su manera de narrar o en las palabras que escogía que me impedía disfrutar completamente del libro. Poco a poco, animado por la extensión no excesiva de la novela, fui leyendo y terminé por entrar de lleno en lo que se me iba contando, en las personas relacionadas con Pablo Monfort -en torno al cual giran todos los demás personajes, que no son demasiados, lo cual siempre agradezco- y en la evolución que tanto en el momento presente como en el relato de los recuerdos de éste se produce. 
Un título que recomiendo sin dudarlo. Basta con hacerse a la idea de antemano de que es un libro muy bien escrito, tras el cual se encuentra un autor que prepara muy bien los personajes y/o que posee una cultura vasta y variada, y cuyo interés se basa principalmente en disfrutar de unos caracteres bien definidos, muy reales, y de un desarrollo del relato pausado, veraz y humano. Le ha añadido un encanto extra haberlo leído en días de frío y niebla, pues la atmósfera del pueblo en el libro se asemejaba.  

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