Cuando me encuentro ante la posibilidad de leer una novela de aspecto entretenido y bastantes páginas (más de quinientas en este caso), me lo pienso dos veces porque me cuesta siempre pensar que una historia para pasar el rato y enterarme de pasada de alguna cuestión histórica merezca tanto tiempo de lectura. Por otro lado, en buena parte de las ocasiones en que me lanzo a hacerlo, me encuentro con historias entretenidas, que parecen enseñarte o al menos darte a conocer algo nuevo, y bien diseñadas y escritas, al menos en el sentido de provocar interés.
Una noche de 1780 Sebastián de Fonseca asiste a una obra de teatro que habla del imperio Inca; en el descanso aparece asesinado alguien relacionado directamente con esta representación, y dado que la misma tenía también algo que ver con familiares suyos, termina viéndose obligado a investigar sobre esta civilización y a sortear enemigos con grandes influencias en su entorno.
Así comienza la novela. De primeras me fui sintiendo atrapado por los hechos que le sucedían a Fonseca, los personajes que le rodeaban, los típicos -en estas novelas- documentos antiguos que prometen un misterio, etc. Poco a poco, y seré algo abstracto para no adelantar ningún acontecimiento, mi sensación fue la de que ese halo interesante de misterio se apagaba o difuminaba para dar paso, un poco en exceso para mi gusto, a la mera aventura, el te pillo o no, el me descubrirán cuando vaya allí o no, y ese tipo de cosas. Por otro lado, el gran rigor que sin duda Sánchez Vidal imprime en su narración, repleto de nombres reales de jefes incas, linajes, dioses, ríos, ciudades... hace al menos para mí un cierto embrollo a veces difícil de seguir en su intento por explicar lo que el protagonista va buscando; y a veces ese ir buscando algo tampoco queda claro con qué objetivo sucede. Es decir, bien avanzada la novela, más allá de sortear ciertos peligros humanos o naturales, tuve la sensación de que habían sucedido pocos acontecimientos reseñables que supusieran un motivo para continuar pegado a las páginas del libro, ni que los personajes principales derrocharan un carisma inigualable. Como la lectura es bastante ágil (quizá pudiera serlo algo más), hice un esfuerzo por terminarla, pero no me ha provocado un interés enorme y creo que en el género histórico, aunque tiene su encanto y tampoco digo que sea mala porque no lo es, hay otros libros con más gancho, Bien es cierto que la civilización inca posee un encanto particular que al lector le puede interesar y que sin duda ha sido uno de los motivos por los que, al final, he querido seguir adelante y terminar la lectura de la novela.
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