Título
original: Ég
man þig.
La novela trata de tres personas, un matrimonio
y una amiga común, que deciden salir de la capital islandesa durante unos días
con el objetivo de remodelar una antigua casa en un pueblo abandonado y
transformarlo en hotel. La predisposición de dos de ellos no es buena
inicialmente, y su actitud empeorará cuando descubran que apenas tienen
cobertura telefónica, que el trabajo que les espera es mayor del que desearían
y que, poco a poco, los ruidos en la casa y las sensaciones desagradables les
invaden. Por otra parte, la novela también narra el trabajo y rutina diarios
del psiquiatra Freyr, que perdió a su hijo tres años atrás sin saber aún qué ha
sido de él y cuyo trabajo le lleva inesperadamente a toparse con pistas que
pueden llevarle a encontrarlo.
Habiendo demostrado, con las líneas previas,
que se puede contar de qué trata un libro sin explicar demasiado (a diferencia
de lo que avanza la contraportada de la novela, que da algún detalle que otro
que quizá debiera callar), daré mi opinión sobre la novela diciendo que en
esencia soy poco amigo de las historias con contenido sobrenatural, y ésta lo
es. Esencialmente me creo más aquello que sé que es real, como un asesino con
un cuchillo en la mano o un terremoto, y no tanto lo esotérico. Sin embargo,
aunque hasta la mitad de la historia me ha resultado poco más que entretenido,
luego el libro me ha ido atrapando y lo que denomino sobrenatural, como está
presente en una medida justa y medianamente creíble y soportable, ha terminado
resultándome hasta interesante e intrigante.
Al final resulta ser una historia bastante
estructurada que hasta puede dar algo de miedo y que, sin ser más que de puro
entretenimiento, probablemente deje en el lector alguna sensación e imagen que
persista en la imaginación un poco más de lo que suele ser habitual en lo que
parece poder considerarse ya un best-seller.
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