Título original: Mrs. McGinty´s dead.
Cuando escribo esto, la obra de
teatro “La Ratonera” lleva sesenta y dos años en cartel en el teatro St. Martin
de Londres. Aunque vi la obra allí hace unos cuantos años ya, pasar ante las
puertas hace unos días me dieron ganas de volver a sentir el mundo de Agatha
Christie de nuevo y me dediqué a buscar una novela suya –como he dicho muchas
veces, las leí todas hace muchos años- cuya trama y desenlace no recordase, y
elegí ésta.
La novela comienza cuando el
superintendente Spence acude a Hércules Poirot, ya jubilado y ocioso, para
rogarle parte de su tiempo. Spence sospecha, sin poder aportar mucho más que su
experiencia y su intuición, que James Bentley no es el asesino de la señora
McGinty por mucho que éste haya sido ya declarado culpable y espere el momento
de ser ahorcado. Poirot encuentra en la propuesta un reto para sus increíbles
neuronas y se acerca a Broadhinny, un pequeño pueblecito donde tuvo lugar el
asesinato, con la esperanza de encontrar indicios que Spence pudiera pasar por
alto.
A partir de ahí, nos encontramos
con una larga lista de sospechosos que Poirot irá conociendo e interrogando,
así como con un particular personaje, la escritora de novelas de misterio Ariadne
Oliver, libre de toda sospecha porque aparece en otras novelas de Christie y
que de hecho es su alter ego, al que utiliza para expresar opiniones acerca del
oficio de la escritura, de la vida propia de los personajes y en definitiva de
la labor de escritor.
Una novela entretenida, como casi
todas las de esta autora; progresivamente adictiva, con pistas falsas y
explicaciones algo farragosas en el desenlace. ¿Adivinarás quién es el asesino?