Este matrimonio argentino
compuesto por dos escritores de renombre dentro de las letras argentinas escribió
a cuatro manos la presente novela de misterio, narrada por un médico que decide
retirarse a un apartado hotel para escribir. Uno de los personajes que le
acompañan en el hotel aparecerá muerto y, como en las novelas del género, él
será testigo, junto con los investigadores oficiales, de la pertinente
investigación y de los varios sospechosos.
En un primer momento, al menos
para un español, el lenguaje resulta muy elaborado, pedante, raro, seguramente
debido a la inevitable diferencia del idioma español en España y en Argentina;
quizá también a que el libro fue escrito a mediados del siglo XX. Tal elegancia
o complicación en el lenguaje me invitó a pensar que me encontraba ante una
obra de mayor calado que la típica novela de intriga; sin embargo, al final
todo resulta ser una historia sin demasiada chispa, que no despierta el interés
del todo, en la que las vueltas y revueltas en cuanto a la identidad del
asesino se siguen con poca atención porque los personajes pasan ante el lector
con poca definición y en exceso de número.
Es un libro cortito y, si a uno
le apetece pasar un rato tratando de averiguar “quién lo hizo”, quizá le
entretenga, pero poco debe esperarse. Yo más bien buscaría en otra parte.
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