El protagonista, como adelanta el
título de la novela, se encarga de buscar y matar -por encargo- a determinada
persona. Pero, dada su personalidad hipocondríaca, se pone a sí mismo diferentes
dificultades que le complican cumplir con lo pactado.
Ése es el planteamiento de la
novela, que va intercalándose con breves relatos de personajes históricos (como
Voltaire o Molière, por ejemplo) que, al menos según el narrador, también
sufrieron, o creyeron sufrir, multitud de enfermedades.
Particularmente este libro no ha
podido interesarme menos. No me parece divertido más allá del mero
planteamiento, las situaciones son tonterías con poca más sustancia que la de
un mortadelo atacando a alguien y conforme pasan las páginas no sucede nada
nuevo que merezca seguir leyendo. Llegué hasta la última página por poder decir
que la había terminado y dadas sus escasas doscientas páginas, pero no porque
el texto lo merezca.
Eso sí, el autor parece ser un
reconocido escritor de relato breve y en la contraportada se nombran suficientes
escritores conocidos avalándole como para que si, como me pasa a mí, a uno no
le gusta la novela, el lector se termine preguntando si es que tendrá mal gusto o
criterio.
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