Aunque por ahora lo (poco) que he leído de Allende me ha
parecido más bien aburrido, tenía ganas
de leer algo sencillo y breve y con aires autobiográficos. Como la propia
autora señala, no refleja con objetividad una parte de su vida, sino que se
deja llevar subjetiva y poéticamente por sus recuerdos, por su exilio durante
la dictadura chilena, por su constante ir y venir.
El lector conoce, a través de sus palabras, algo más de
Chile, de sus gentes, de sus costumbres, de sus virtudes y defectos, así como
de aquellos momentos de la vida de la escritora que le sirven como recurso
frecuente para obtener inspiración.
Tampoco yo puedo ser objetivo y nunca lo pretendo cuando
hablo de un libro –bueno, quizá un poco-. En este caso menos, pues tengo
reciente mi viaje a Chile, que me gustó mucho y me ha ayudado a recuperar
imágenes y recuerdos a medida que Allende citaba características, lugares,
sensaciones. Creo que, como se lee con facilidad, siempre resulta de interés
conocer las vivencias y sensaciones de una persona, sea conocida o no.