Se
trata de un libro curioso que reflexiona acerca del uso torticero de las
palabras para engalanar la realidad; algo a lo que estamos acostumbrados
aparentemente pero que traspasa nuestra piel y nos hace vivir algunas cosas de
un modo tranquilo y menos reflexivo que el que éstas merecen. Lo más sorprendente,
a mi juicio, de un texto que aparentemente se va a limitar a analizar
eufemismos es que cuando lo hace presta atención –en cada capítulo- a un
aspecto de la realidad (la educación, la política…) y en ese proceso dedica
casi la misma cantidad de palabras a destripar el uso del idioma como a
criticar la política, la utilización de los medios de comunicación, el abuso de
los poderosos, etc.
En
resumidas cuentas, sale uno repleto de pensamientos lingüísticos y de crítica
sesuda de la sociedad, así como de citas de otros libros que a buen seguro
también son dignos de nuestra lectura.
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