Durante las casi ochocientas páginas que tiene el libro, King narra la historia de un arquitecto que, tras sufrir un accidente que podría haberle dejado secuelas mucho peores que las suyas (algunas costillas rotas, fractura craneal y la pérdida de un brazo), se traslada a Duma Key para disfrutar de la tranquilidad de una casita situada en la playa, alejada de casi todo y donde podrá recuperar poco a poco la capacidad de caminar y, lo que es más importante, las ganas de vivir.
Una vez instalado e iniciado el proceso de recuperación a pequeños pasos –y nunca mejor dicho-, entrará en contacto con un par de personas que viven en otra casa cercana, a las que irá conociendo en sus regulares visitas. Por otro lado, también aconsejado por los especialistas que le atendieron en el hospital, retoma su antigua afición por la pintura, que de repente le ofrece enormes satisfacciones, ya que recibe numerosas felicitacion...
Una vez instalado e iniciado el proceso de recuperación a pequeños pasos –y nunca mejor dicho-, entrará en contacto con un par de personas que viven en otra casa cercana, a las que irá conociendo en sus regulares visitas. Por otro lado, también aconsejado por los especialistas que le atendieron en el hospital, retoma su antigua afición por la pintura, que de repente le ofrece enormes satisfacciones, ya que recibe numerosas felicitacion...
es de quienes le rodean.
Poquito más se puede contar sin anunciar lo que después comenzará a suceder. Baste decir que, tratándose de Stephen King, cabe esperar que dentro de la normalidad absoluta que esta historia presenta en un principio, sucedan cosas extrañas y no del todo explicables pero, característica de este autor, narradas con lograda naturalidad y sencillez. Puede que, por ejemplo, su repentina inspiración artística no sea una casualidad o que tampoco lo sea que otro de los habitantes de la playa también se encuentre allí tras sufrir un accidente…
Por un lado, hay que admitir que este autor sabe dar un toque personal a sus historias. En el caso de esta novela, el ritmo podría calificarse de lento durante un setenta por ciento de la narración, a pesar de lo cual consigue mantener el interés mediante la descripción amena, natural y simpática de los escasos personajes que llevan el peso principal de los acontecimientos. Lo raro, lo extraño, lo oscuro, va sucediendo y apareciendo tímidamente y en dosis ajustadas para que resulte verosímil y obtener esa mezcla muy de King que consiste en unir lo inusual con entornos creíbles. Por otra parte, opino que el número de páginas resulta excesivo teniendo en cuenta lo que se pretende contar (lo que también es habitual en la obra de este autor) y que, conforme se descubre con claridad el fondo de lo que está sucediendo, se entra en explicaciones algo confusas, en demasiadas referencias a personas lejanas al tiempo de la historia que se cuenta y, además, lo sobrenatural termina resultando quizá un poco increíble al final.
En definitiva, no me ha parecido una maravilla y le habría quitado un buen número de páginas sin dudarlo, aunque se deja leer si se pilla con ganas. Para quien no haya leído nada de King, son muchísimo mejores –y más creíbles- novelas como Misery, Cujo o El Resplandor.
Poquito más se puede contar sin anunciar lo que después comenzará a suceder. Baste decir que, tratándose de Stephen King, cabe esperar que dentro de la normalidad absoluta que esta historia presenta en un principio, sucedan cosas extrañas y no del todo explicables pero, característica de este autor, narradas con lograda naturalidad y sencillez. Puede que, por ejemplo, su repentina inspiración artística no sea una casualidad o que tampoco lo sea que otro de los habitantes de la playa también se encuentre allí tras sufrir un accidente…
Por un lado, hay que admitir que este autor sabe dar un toque personal a sus historias. En el caso de esta novela, el ritmo podría calificarse de lento durante un setenta por ciento de la narración, a pesar de lo cual consigue mantener el interés mediante la descripción amena, natural y simpática de los escasos personajes que llevan el peso principal de los acontecimientos. Lo raro, lo extraño, lo oscuro, va sucediendo y apareciendo tímidamente y en dosis ajustadas para que resulte verosímil y obtener esa mezcla muy de King que consiste en unir lo inusual con entornos creíbles. Por otra parte, opino que el número de páginas resulta excesivo teniendo en cuenta lo que se pretende contar (lo que también es habitual en la obra de este autor) y que, conforme se descubre con claridad el fondo de lo que está sucediendo, se entra en explicaciones algo confusas, en demasiadas referencias a personas lejanas al tiempo de la historia que se cuenta y, además, lo sobrenatural termina resultando quizá un poco increíble al final.
En definitiva, no me ha parecido una maravilla y le habría quitado un buen número de páginas sin dudarlo, aunque se deja leer si se pilla con ganas. Para quien no haya leído nada de King, son muchísimo mejores –y más creíbles- novelas como Misery, Cujo o El Resplandor.
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