Virginia Briceño es una terapeuta holística que en este libro habla de sus experiencias vitales mientras descubría su vocación para trabajar con los animales -principalmente los perros- y sus responsables. Además comenta cuáles son las terapias que utiliza en su trabajo, cómo funcionan y aporta numerosos casos en los que han sido efectivas.
No puedo decir que este título incumpla lo que promete. Es correcto, Briceño aporta su experiencia y podrá resultar de interés a quienes se acerquen por primera vez al mundo animal desde el punto de vista terapéutico. Por lo demás, la mezcla entre la vida de la autora y la explicación de las terapias no me ha convencido del todo, pues la parte biográfica supone más de la mitad del libro y tampoco es tan interesante como para eso, además de estar compuesta por anécdotas un poco deshilachadas en su narración -de hecho en capítulos separados- que no le aportan una sensación de conjunto a lo que se muestra. Es posible que lo que se quería contar tenga cierto interés, pero está narrado de una manera un poco novata, de hecho hay algunas erratas ortográficas.
Lo mejor: recordar, o descubrir, que los animales (y ellos mejor que nadie, pues su mente no va a interponerse nunca) también se benefician de la musicoterapia, las constelaciones familiares, la cromoterapia o las flores de Bach, entre otras.