Título original: Yôshiga X no Kenshin.
La lectura de esta novela ha sido una experiencia complicada. Aunque a quien lea esto le importará tres pimientos, llevo unas semanas con pocas ganas de leer, de modo que cayese lo que cayese en mis manos, iba a tener todas las papeletas de atraerme poco.
Dicho esto, comenzaré por decir que se trata de una novela de suspense. Los personajes inicialmente importantes son una mujer, su hija y su ex-esposo; con este último la relación es difícil. Pronto se comete un asesinato y el lector verá quién lo comete. De modo que no hay misterio que resolver, sino que el interés principal del libro consiste en ver si la segunda tanda de personajes principales, que son quienes, por obligación laboral, amistad o curiosidad, se encargan de investigar los hechos, descubren lo sucedido o el asesino consigue superar sus preguntas.
Además de mis pocas ganas de leer, me acerqué a esta lectura con la idea de que se trataba de una novela de misterio, de descubrir quién era el asesino, de modo que durante el primer tercio del libro debí superar mi errónea expectativa.
Y bien, una vez aclarado el muy mejorable modo en que me aproximé a la novela, se trata por tanto de una historia que, en su planteamiento básico, es muy similar a los episodios de la clásica serie televisiva Colombo, donde el detective, en aquel caso aparentemente despistado y torpe, va rodeando al asesino con sus preguntas y el espectador observa el agobio progresivo del criminal.
Que en este caso el asesino sea atrapado o no es algo que el lector deberá descubrir. Lo que puedo decir es que, para bien o para mal, como sucede en las novelas de Agatha Christie, todas las páginas están dedicadas al crimen y a su investigación, sin otras tramas o temas paralelos más allá de las relaciones entre los personajes, que son desgranadas poco a poco conforme los investigadores las analizan. El modo en que los hechos son estudiados e incorporados a las hipótesis del crimen es muy interesante, natural y lógico, lo cual supone el atractivo mayor de este texto de Higashino. Sin duda todos los detalles han sido pensados concienzudamente por el autor antes de ponerse a escribir y se nota desde muy pronto.
Así que seguramente conviene darle una oportunidad a este libro, que no llega a las trescientas páginas, guarda algún que otro secreto que no debo casi ni insinuar y que, aunque no estaba en un gran momento lector, me ha ido gustando conforme avanzaba en la lectura.